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La miopía alta es una condición visual en la cual una persona experimenta una visión borrosa o desenfocada de objetos distantes. Es una forma más grave de miopía en comparación con la miopía leve o moderada.
En la alta miopía, el ojo presenta una elongación anormal del globo ocular o una curvatura excesiva de la córnea. Esto causa que los rayos de luz se enfoquen delante de la retina en lugar de hacerlo directamente sobre ella. Como resultado, los objetos lejanos aparecen borrosos, mientras que los objetos cercanos pueden verse con mayor claridad.
La miopía alta se caracteriza por una graduación de dioptrías más alta. Por lo general, se considera que una persona tiene miopía alta si su graduación está por encima de -6.00 dioptrías.
La miopía alta puede estar asociada con un mayor riesgo de desarrollar complicaciones oculares, como el desprendimiento de retina, la maculopatía miópica, las cataratas prematuras y el glaucoma. Estas complicaciones pueden afectar a la calidad de visión a largo plazo, por lo que las personas con miopía alta suelen requerir una atención y seguimiento más cercanos por parte de un especialista.
El tratamiento de la miopía alta puede incluir el uso de gafas o lentes de contacto, para mejorar la visión. En algunos casos, se pueden considerar opciones quirúrgicas, como la cirugía refractiva con láser o la implantación de lentes intraoculares (ICL), para corregir o reducir la dependencia de las gafas o los lentes de contacto. Sin embargo, el tratamiento específico dependerá de las necesidades individuales y la evaluación del oftalmólogo.
¿Lentes ICL? ¿Qué son?
Las lentes ICL (Implantable Collamer Lens, por sus siglas en inglés) son dispositivos médicos utilizados para corregir problemas de visión, como la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. A diferencia de las gafas o los lentes de contacto convencionales, las lentes ICL se implantan dentro del ojo, entre el iris y el cristalino.
Las lentes ICL están hechas de un material biocompatible llamado colámero, que es una mezcla de colágeno y ácido hialurónico. Son transparentes y flexibles, lo que permite una buena calidad visual y una mayor comodidad para el paciente.
El procedimiento para implantar las lentes ICL es quirúrgico, pero generalmente es rápido y seguro. Se realiza bajo anestesia local y no requiere de suturas. El cirujano realiza una pequeña incisión en la córnea para insertar la lente ICL plegada, que luego se despliega dentro del ojo. La lente ICL se coloca detrás del iris y delante del cristalino, sin alterar ninguna estructura ocular.
Una vez colocada, la lente ICL ayuda a enfocar la luz correctamente en la retina, corrigiendo así los errores de refracción y mejorando la visión del paciente. La principal ventaja de las lentes ICL es que son reversibles, lo que significa que pueden ser retiradas o reemplazadas en caso de ser necesario en el futuro.
Es importante destacar que la implantación de lentes ICL es un procedimiento que debe ser realizado por un oftalmólogo experimentado y después de una evaluación exhaustiva de la salud ocular del paciente. Cada caso es único, por lo que es fundamental consultar con un especialista para determinar si las lentes ICL son una opción adecuada en cada situación.
¿Qué es la Catarata?
La catarata en el ojo es una condición médica común que afecta la lente natural del ojo, llamada cristalino. El cristalino se encuentra justo detrás de la pupila y es responsable de enfocar la luz que entra al ojo en la retina, ubicada en la parte posterior del ojo. Cuando una persona desarrolla una catarata, el cristalino se vuelve opaco o nublado. Esto dificulta que la luz pase a través de él y llegue a la retina, lo que resulta en una visión borrosa o desenfocada. La catarata puede afectar uno o ambos ojos y generalmente se desarrolla lentamente con el tiempo.
Suelen ser más comunes en personas mayores debido al envejecimiento natural del cristalino. Sin embargo, también pueden desarrollarse debido a otros factores, como lesiones oculares, enfermedades sistémicas (como la diabetes), el uso prolongado de ciertos medicamentos, la exposición excesiva a la radiación ultravioleta del sol y factores genéticos.
Los síntomas pueden incluir visión borrosa, sensibilidad a la luz, dificultad para ver de noche, colores desvanecidos o amarillentos, y visión doble en un ojo. Si experimentas alguno de estos síntomas, es importante que consultes a un oftalmólogo para un diagnóstico adecuado.
El tratamiento es la cirugía de extracción del cristalino opaco mediante técnica de FACOEMULSIFICACIÓN y su reemplazo por una lente artificial transparente, llamada lente intraocular. La cirugía de cataratas es segura y efectiva, y se realiza con frecuencia en todo el mundo para restaurar la visión afectada por esta condición.
La cirugía de cataratas generalmente se realiza de forma ambulatoria y no requiere hospitalización prolongada. Durante el procedimiento, se realiza una pequeña incisión en el ojo para acceder al cristalino. Luego, se utiliza una técnica llamada facoemulsificación para fragmentar y eliminar la catarata utilizando ondas ultrasónicas. Una vez que se retira la catarata, se coloca una lente intraocular artificial en el mismo lugar para restaurar la visión.
Las lentes intraoculares artificiales pueden ser monofocales, corrigiendo la visión para una distancia específica, generalmente la visión de lejos, o pueden ser lentes multifocales, que permiten una visión clara tanto de cerca como de lejos. La elección de la lente depende de las necesidades y preferencias del paciente, y es discutida con el oftalmólogo antes de la cirugía.
Después de la cirugía, se pueden experimentar mejoras inmediatas en la visión, aunque puede llevar algunos días o semanas para que la visión se estabilice por completo. Es posible que se requieran gotas para los ojos y medicamentos durante el período de recuperación para prevenir infecciones y ayudar en la cicatrización.
Es importante mencionar que no existe un tratamiento no quirúrgico efectivo para las cataratas. El uso de gafas o medicamentos no puede eliminar las cataratas ni revertir su desarrollo. La cirugía es el único tratamiento definitivo para la catarata y generalmente se recomienda cuando la disminución de la visión afecta significativamente la calidad de vida del paciente
¿Qué son las lentes monofocales?
Las lentes monofocales son lentes intraoculares que se utilizan en la cirugía de cataratas para reemplazar el cristalino opaco. Son llamadas «monofocales» porque están diseñadas para enfocar la visión en un solo punto focal, generalmente para la visión lejana.
Una vez que se ha extraído la catarata y se ha colocado la lente monofocal en el ojo, el paciente puede tener una visión clara en distancias lejanas sin la necesidad de usar gafas para esa distancia. Sin embargo, debido a que las lentes monofocales están enfocadas en un solo punto focal, es probable que el paciente necesite usar gafas para la visión de cerca, como para leer o trabajar en actividades que requieren enfoque cercano.
Las lentes monofocales son una opción popular y efectiva para corregir la visión después de la cirugía de cataratas, especialmente en pacientes que no tienen problemas significativos de visión de cerca y prefieren tener una visión clara sin gafas para actividades lejanas.
Es importante destacar que cada paciente es único y las opciones de lentes intraoculares deben ser discutidas con el oftalmólogo, quien evaluará las necesidades y preferencias individuales de cada persona antes de la cirugía de cataratas
¿Qué son las lentes tóricas?
Las lentes tóricas son un tipo especial de lentes intraoculares utilizadas en la cirugía de cataratas o en la cirugía refractiva para corregir el astigmatismo. El astigmatismo es una condición visual en la que la córnea o el cristalino del ojo tienen una forma irregular en lugar de ser completamente esféricos, lo que resulta en una visión borrosa o distorsionada tanto de lejos como de cerca.
Las lentes tóricas están diseñadas con diferentes poderes refractivos en diferentes meridianos del ojo para compensar la irregularidad corneal y corregir el astigmatismo. A diferencia de las lentes monofocales, las lentes tóricas tienen una forma asimétrica para adaptarse a la forma de la córnea y alinear correctamente la visión.
Durante la cirugía de cataratas o la cirugía refractiva, se coloca la lente tórica en el ojo para reemplazar el cristalino opaco o corregir el astigmatismo existente. La elección de una lente tórica depende de la magnitud y el tipo de astigmatismo que el paciente presente, y es determinada en consulta con el oftalmólogo.
Es importante tener en cuenta que, aunque las lentes tóricas son muy efectivas para corregir el astigmatismo, es posible que algunos pacientes aún necesiten usar gafas para actividades de cerca o de lejos, especialmente si tienen otros problemas refractivos, como la presbicia (dificultad para enfocar de cerca debido al envejecimiento).
En cualquier caso, el oftalmólogo será quien mejor pueda evaluar y recomendar el tipo de lente adecuado según las necesidades individuales del paciente
¿Qué son las Lentes Multifocales?
Las lentes multifocales son un tipo de lentes intraoculares utilizadas en la cirugía de cataratas o en la cirugía refractiva para corregir la presbicia, también conocida como vista cansada. La presbicia es una condición visual relacionada con la edad en la que el ojo pierde gradualmente la capacidad de enfocar objetos cercanos con claridad.
A diferencia de las lentes monofocales que tienen un solo punto focal para la visión lejana, las lentes multifocales tienen múltiples puntos focales que permiten una visión clara a diferentes distancias. Estas lentes están diseñadas con zonas ópticas específicas que permiten al paciente ver objetos tanto de lejos como de cerca, reduciendo o eliminando la necesidad de usar gafas para actividades cotidianas.
Las lentes multifocales funcionan aprovechando el principio de la difracción o la refracción de la luz a través de diferentes zonas de la lente. Esto permite que los rayos de luz se enfoquen en diferentes puntos focales dentro del ojo, brindando una visión nítida tanto para objetos lejanos como cercanos.
Es importante destacar que pueden requerir un período de adaptación para algunos pacientes, ya que pueden experimentar algunos efectos secundarios temporales como deslumbramiento o visión ligeramente borrosa en ciertas situaciones. Sin embargo, la mayoría de las personas se adaptan bien a estas lentes y disfrutan de una visión clara y sin gafas tanto de lejos como de cerca.
Como con cualquier procedimiento quirúrgico ocular, es necesario que un oftalmólogo evalúe cuidadosamente las características y necesidades individuales del paciente para determinar si las lentes multifocales son la opción adecuada.
La presbicia, también conocida como vista cansada, es un trastorno visual común que afecta a muchas personas a medida que envejecen. Se caracteriza por la dificultad para enfocar objetos cercanos, como letras pequeñas o detalles finos, mientras que la visión de lejos puede seguir siendo clara.
La presbicia ocurre debido a los cambios relacionados con la edad en el cristalino, una lente natural del ojo que se encuentra detrás de la pupila. A medida que envejecemos, el cristalino se vuelve menos flexible y pierde su capacidad de cambiar de forma para enfocar objetos cercanos. Esto dificulta la capacidad del ojo para enfocar la luz de cerca en la retina de manera precisa, lo que resulta en una visión borrosa.
Los síntomas comunes de la presbicia incluyen la necesidad de alejar los objetos para poder leerlos correctamente, dificultad para enfocar en condiciones de poca luz y fatiga visual después de realizar actividades de cerca durante períodos prolongados. La presbicia suele comenzar a manifestarse alrededor de los 40 años y continúa empeorando gradualmente con el tiempo.
¿Cómo se trata?
Existen diferentes opciones de tratamiento para la presbicia, dependiendo de las necesidades y preferencias individuales de cada persona. Algunas de las opciones comunes de tratamiento incluyen:
Gafas de lectura, lentes de aumento: están diseñadas específicamente para corregir la presbicia. Tienen lentes que enfocan la luz de cerca, lo que permite una visión clara de objetos cercanos. Se utilizan principalmente cuando se necesita ver de cerca, como leer o trabajar en actividades detalladas.
Lentes de contacto multifocales: Al igual que las gafas progresivas, los lentes de contacto multifocales tienen diferentes zonas en la lente que corrigen la visión tanto de cerca como de lejos, e incluso distancia intermedia en algunos casos. Permiten una visión clara en diferentes distancias sin la necesidad de cambiar constantemente de gafas.
Monovisión con lentes de contacto: En este enfoque, se coloca una lente de contacto en un ojo para la visión de cerca y se coloca una lente de contacto para la visión de lejos en el otro ojo. Esto permite al cerebro ajustarse y utilizar el ojo adecuado para ver objetos cercanos o lejanos.
Cirugía. Existen diferentes técnicas para corregir la presbicia.
Uno de ellos, y más utilizado hoy en día, es la cirugía con lentes intraoculares Premium.
Es importante tener en cuenta que cada opción de tratamiento tiene sus propias ventajas, desventajas y consideraciones individuales. Es recomendable consultar a un oftalmólogo u optometrista para evaluar cada situación específica y determinar cuál es la mejor opción de tratamiento.
Cirugía de presbicia
La cirugía de presbicia es también conocida como cirugía de corrección de la presbicia o cirugía de vista cansada.
La presbicia es una condición ocular relacionada con la edad que afecta la capacidad del ojo para enfocar objetos cercanos. A medida que envejecemos, el cristalino del ojo se vuelve menos flexible, lo que dificulta el enfoque en objetos cercanos, como la lectura de textos o la visualización de detalles finos.
La cirugía de presbicia busca corregir este problema reemplazando el cristalino del ojo. Existen diferentes técnicas quirúrgicas para abordar la presbicia, entre las que se incluyen:
Monovisión. En la cual se ajusta uno de los ojos para una visión nítida de cerca y el otro ojo para una visión nítida de lejos. El cerebro se adapta a esta diferencia y permite una visión equilibrada en general.
Lentes intraoculares Premium: Se implantan lentes especiales en el ojo para corregir la presbicia. Estas lentes tienen diferentes zonas de enfoque lo que permite una visión clara tanto de cerca como de lejos. Hay diferentes tipos de lente que se adaptan a cada paciente y para ello es necesario acudir a un oftalmólogo especializado para determinar la lente adecuada en cada caso.
¿Qué son las Lentes Intraoculares Premium?
Las lentes intraoculares premium son un tipo de lentes implantables utilizadas en cirugía de cataratas o en cirugía refractiva para corregir la visión. Estas lentes están diseñadas para ofrecer una mayor calidad de visión y una mayor variedad de enfoques en comparación con las lentes intraoculares convencionales.
Las lentes intraoculares premium se denominan «premium» porque ofrecen características adicionales más allá de simplemente reemplazar el cristalino opaco durante una cirugía de cataratas. Estas lentes están diseñadas para corregir no solo la visión de lejos, sino también la visión de cerca y, en algunos casos, la visión intermedia. Algunas de las características y opciones de las lentes intraoculares premium incluyen:
Lentes multifocales: Estas lentes tienen diferentes zonas de enfoque, lo que permite una visión nítida tanto de cerca como de lejos. Algunas lentes multifocales utilizan un enfoque simultáneo, mientras que otras utilizan un enfoque de «visión dividida» en el que cada ojo se enfoca para diferentes distancias.
Lentes de rango extendido (EDOF): Estas lentes ofrecen una visión clara a múltiples distancias, incluida la visión intermedia.
Lentes acomodativas: Estas lentes están diseñadas para imitar el enfoque natural del cristalino del ojo. Permiten un enfoque variable a diferentes distancias a medida que los músculos del ojo se contraen y relajan.
Las lentes intraoculares premium ofrecen la ventaja de reducir o eliminar la dependencia de las gafas o las lentes de contacto después de la cirugía de cataratas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no todas las personas son candidatas para este tipo de lentes y es necesario una evaluación previa por parte de un oftalmólogo para determinar la idoneidad y las opciones adecuadas para cada paciente.
¿Qué son las lentes de rango extendido?
Las lentes de rango extendido, también conocidas como lentes de profundidad de foco extendido o lentes EDOF (por sus siglas en inglés, Extended Depth of Focus), son un tipo de lentes intraoculares utilizadas en la cirugía de cataratas o en la cirugía de presbicia. Estas lentes están diseñadas para corregir tanto la visión de lejos como la visión de cerca, brindando una amplia zona de enfoque intermedia.
A diferencia de las lentes multifocales, que tienen múltiples puntos focales bien definidos para diferentes distancias, las lentes de rango extendido utilizan tecnología óptica especial para crear una zona de enfoque más amplia que se extiende desde la visión de lejos hasta la visión de cerca. Esto permite una transición más suave y natural entre diferentes distancias de enfoque sin la necesidad de cambiar constantemente el enfoque o experimentar halos o deslumbramiento.
Las lentes de rango extendido utilizan principios como la difracción o la modulación de fase para extender la profundidad de foco y proporcionar una visión clara a múltiples distancias. Si bien estas lentes no ofrecen la misma capacidad de enfoque a diferentes distancias que las lentes multifocales, su objetivo principal es brindar una buena calidad visual en un rango de distancias intermedias, lo que puede ser beneficioso para actividades como la lectura de textos de tamaño mediano o el uso de dispositivos electrónicos.
Es importante destacar que las lentes de rango extendido no son adecuadas para todas las personas y pueden no ser la mejor opción en casos de necesidades visuales específicas. La elección de este tipo de lentes debe ser discutida y evaluada en consulta con un oftalmólogo, quien determinará si son apropiadas para las características y necesidades individuales del paciente.
La blefarocalasia es una condición médica que afecta a los párpados. Se caracteriza por un debilitamiento o laxitud de la piel y los tejidos que componen los párpados superiores. Como resultado, los párpados pueden volverse redundantes, con exceso de piel y músculo. Esta redundancia puede afectar la apariencia de los ojos y, en algunos casos, causar problemas funcionales, como dificultad para abrir y cerrar los ojos adecuadamente.
La blefarocalasia se asocia comúnmente con el envejecimiento. En algunos casos, puede estar relacionada con afecciones médicas subyacentes, como enfermedades autoinmunes o trastornos tiroideos. Los síntomas típicos incluyen la apariencia de párpados caídos, hinchazón, irritación ocular y dificultad para ver si la redundancia de los párpados obstruye la visión.
El tratamiento de la blefarocalasia depende de la gravedad de los síntomas y las necesidades del paciente. En casos más severos o cuando los síntomas interfieren significativamente con la visión, la cirugía de blefaroplastia puede ser una opción para eliminar el exceso de piel y tejido de los párpados.
¿Qué es la blefaroplastia superior?
La blefaroplastia superior es un procedimiento quirúrgico que se realiza para corregir los párpados superiores caídos o con exceso de piel y grasa. Esta cirugía busca mejorar la apariencia de los ojos, así como corregir problemas funcionales causados por el exceso de piel en los párpados.
Durante la blefaroplastia superior, se realiza una incisión en el pliegue natural del párpado superior. A través de esta incisión, se remueve el exceso de piel, grasa y, en algunos casos, tejido muscular. Después de eliminar el exceso de tejido, se sutura cuidadosamente la incisión.
La cirugía de blefaroplastia superior se realiza generalmente bajo anestesia local. El procedimiento suele durar aproximadamente una hora, dependiendo de la extensión de la corrección requerida.
Después de la cirugía, es común experimentar hinchazón y equimosis (hematoma) alrededor de los ojos, pero estos efectos secundarios suelen disminuir en los días y semanas posteriores a la intervención. Se pueden recetar analgésicos y se proporcionarán instrucciones sobre cómo cuidar y limpiar los ojos durante el proceso de recuperación.
La blefaroplastia superior puede tener beneficios significativos, mejorando la apariencia de los ojos, haciéndolos parecer más descansados. También puede ayudar a mejorar la visión si el exceso de piel de los párpados superiores obstruye el campo de visión.
Es importante destacar que la blefaroplastia es un procedimiento quirúrgico, por lo que debe ser realizada por un cirujano especializado en cirugía de párpados. Antes de someterte a este tipo de cirugía, es esencial consultar a un profesional para obtener una evaluación adecuada y discutir los riesgos y beneficios específicos para tu caso.
Patologías
El vítreo (humor vítreo) es una sustancia gelatinosa y transparente que llena la cavidad del ojo y ayuda a mantener su forma.
El desprendimiento de vítreo posterior, también conocido como desprendimiento de gel vítreo, ocurre cuando el gel vítreo en el interior del ojo se separa de la retina.
A medida que envejecemos, el vítreo puede cambiar de consistencia y experimentar un proceso llamado sinéresis, en el cual el gel se encoge y se separa de la retina. Este fenómeno es común y generalmente no causa problemas significativos en la mayoría de los casos. Sin embargo, en algunos casos, el desprendimiento del vítreo puede tener ciertas consecuencias.
Cuando el vítreo se desprende de la retina, se pueden experimentar síntomas como moscas volantes y destellos de luz. Las primeras son pequeñas manchas o partículas flotantes que pueden aparecer en el campo de visión. Estas moscas volantes son en realidad sombras proyectadas por partículas o fibras presentes en el vítreo. Se pueden también observar destellos de luz intermitentes o relámpagos, especialmente en la visión periférica. Esto ocurre cuando el vítreo se separa de la retina y puede estimular los fotoreceptores de forma transitoria.
En la mayoría de los casos, el desprendimiento del vítreo posterior es un proceso benigno y no requiere tratamiento específico. Sin embargo, es importante realizar un examen ocular completo para descartar la presencia de desgarros retinianos o desprendimientos de retina, ya que en algunos casos el desprendimiento del vítreo puede causar estas complicaciones.
La salud visual infantil es de suma importancia, ya que la capacidad visual adecuada es crucial para el desarrollo y el aprendizaje de los niños.
Los niños deben someterse a exámenes de la vista de manera regular, incluso desde edades tempranas. Estos exámenes permiten detectar cualquier problema visual, como la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo o la ambliopía (ojo vago). La detección temprana de estos problemas puede ayudar a corregirlos y prevenir complicaciones futuras.
Es importante que los padres estén atentos a cualquier síntoma que pueda indicar un problema visual en sus hijos. Estos pueden incluir frotarse los ojos con frecuencia, entrecerrar los ojos, inclinar la cabeza al mirar objetos, tener dificultad para enfocar, evitar actividades que requieren visión de cerca o presentar una mala coordinación ojo-mano.
Los niños deben proteger sus ojos de posibles lesiones. Esto implica el uso de gafas de seguridad al practicar deportes o actividades recreativas que representen un riesgo, así como el evitar el contacto directo con objetos punzantes o productos químicos que puedan dañar los ojos. Es importante que los niños hagan un uso adecuado de dispositivos electrónicos.
En la actualidad, muchos niños pasan tiempo frente a pantallas de dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles, tabletas y computadoras. Es importante establecer límites de tiempo y fomentar pausas frecuentes para descansar los ojos. Además, es recomendable mantener una distancia adecuada entre los ojos y la pantalla y ajustar el brillo y contraste de los dispositivos para reducir la fatiga visual.
También, una alimentación saludable y equilibrada también es importante para la salud visual. Los alimentos ricos en nutrientes como las vitaminas A, C y E, así como los ácidos grasos omega-3, pueden contribuir a la salud ocular. Algunos ejemplos son las zanahorias, las espinacas, los cítricos, los pescados grasos y los frutos secos.
En resumen, es fundamental cuidar y mantener la salud visual de los niños. Mediante exámenes regulares, protección adecuada, uso responsable de dispositivos electrónicos, una dieta equilibrada y la detección temprana de problemas visuales, se puede promover una buena salud ocular y favorecer el desarrollo y el bienestar de los niños.
La retinopatía diabética es una complicación ocular que puede desarrollarse en personas con diabetes mellitus. Se caracteriza por el daño progresivo de los vasos sanguíneos que irrigan la retina, la capa sensible a la luz en la parte posterior del ojo. La diabetes crónica puede afectar los vasos sanguíneos y dañarlos, lo que lleva a la retinopatía diabética.
Existen dos tipos principales de retinopatía diabética:
1. Retinopatía diabética no proliferativa: En esta etapa temprana, los vasos sanguíneos de la retina sufren un daño que puede causar fugas de líquido y sangre. A medida que la enfermedad progresa, se pueden formar pequeñas protuberancias en los vasos sanguíneos, lo que se conoce como microaneurismas.
2. Retinopatía diabética proliferativa: En esta etapa avanzada, los vasos sanguíneos dañados ocasionan una falta de irrigación en la retina, lo que estimula el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos anormales.
Estos nuevos vasos sanguíneos son frágiles y propensos a la filtración de sangre, lo que puede afectar la visión y llevar a complicaciones más graves, como hemorragias vítreas o, fibrosis prerretinianas y, en casos más severos, desprendimiento de retina.
La retinopatía diabética generalmente no presenta síntomas en las etapas iniciales, por lo que es importante que las personas con diabetes se sometan a exámenes regulares de los ojos para detectarla a tiempo. El mantenimiento de un estilo de vida saludable con un control adecuado de los niveles de glucosa en sangre, la presión arterial y el cuidado de la diabetes en general pueden ayudar a reducir el riesgo y la progresión de la retinopatía diabética.
En casos avanzados de enfermedad a nivel ocular, pueden ser necesarios tratamientos como la fotocoagulación con láser, inyecciones de medicamentos en el ojo o cirugía.
Es importante destacar que el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno pueden ayudar a prevenir o retrasar la pérdida de visión causada por la retinopatía diabética. Si tienes diabetes, es fundamental que te realices exámenes oftalmológicos regulares para detectar y tratar cualquier problema ocular de manera temprana.
La pinguécula es una afección ocular común que afecta la conjuntiva, que es la delgada membrana transparente que cubre la parte blanca del ojo (esclerótica). Se presenta como un depósito amarillento o blanco en la conjuntiva, generalmente en el lado más cercano a la nariz. La pinguécula se observa con mayor frecuencia en personas que pasan mucho tiempo al aire libre, especialmente en entornos soleados.
La causa exacta no se conoce con certeza, pero se cree que está asociada con la exposición prolongada a la radiación ultravioleta (UV) del sol y otros factores ambientales. La irritación crónica y la sequedad ocular también pueden contribuir a su desarrollo. La pinguécula es más común en adultos mayores, aunque puede afectar a personas de todas las edades.
En general, no causa problemas y no requiere tratamiento a menos que se inflame o cause molestias. Las lágrimas artificiales o los colirios lubricantes pueden ayudar a aliviar la sequedad y la irritación. En algunos casos, si se inflama significativamente o causa síntomas persistentes, un médico oftalmólogo puede recomendar el uso de colirios antiinflamatorios.
Es importante diferenciar la pinguécula de otra afección llamada pterigion, que es un crecimiento de tejido carnoso que se extiende sobre la córnea. El pterigión puede causar síntomas más graves y, en algunos casos, puede requerir su extracción quirúrgica si afecta la visión o causa molestias significativas.
Si sospechas que tienes una pinguécula u otra afección ocular, siempre es mejor consultar a un profesional de la salud visual para obtener un diagnóstico adecuado y recomendaciones de tratamiento apropiadas.
El síndrome de ojo seco aparece cuando el ojo no es capaz de hidratarse correctamente. En líneas generales, suele haber al menos uno de estos tres problemas: no se produce suficiente cantidad de lágrima, la lágrima no tiene la composición adecuada o hay alguna alteración palpebral que impide su correcta distribución.
Los síntomas más frecuentes son las molestias oculares, la sensación de arenilla, el lagrimeo excesivo, la sensación de ardos o picor, el ojo rojo y, en algunos casos, la disminución de la agudeza visual.
La frecuencia del síndrome de ojo seco aumenta con la edad, con el uso de lentes de contacto y con el uso prolongado de pantallas. Puede empeorar con los ambientes contaminados, días de viento, con el uso del aire acondicionado y la calefacción; y puede ser desencadenado por algunas enfermedades inmunológicas como el síndrome de Sjögren o por el consumo de determinados medicamentos.
El tratamiento del ojo seco puede variar según la causa y la gravedad de la condición. Este puede incluir fármacos como lágrimas artificiales en gotas o en gel, colirios antiinflamatorios, corticoides tópicos o fármacos inmunomoduladores. Otros procedimientos incluidos en el tratamiento del ojo seco son el uso de tapones lagrimales, el tratamiento de las glándulas de meimbomio, evitar factores desencadenantes o mantener el ambiente humidificado.
Ante la presencia de síntomas compatibles, una valoración oftalmológica es importante para valorar cada caso y proporcionar un tratamiento completamente individualizado según las características del paciente.
La blefaritis es una patología que afecta principalmente a los párpados y causa inflamación y enrojecimiento. El paciente nota que los ojos se le irritan con mucha facilidad, puede asociar picazón, lagrimeo, sensación de arenilla. Es una de las causas más comunes de molestias oculares.
La blefaritis se puede manifestar con la presencia de costras o escamas en el borde de los párpados, conocida como blefaritis anterior, relacionada con la sobreinfección de Staphylococcus o la presencia de dermatitis seborreica. O puede manifestarse comoLas causas de la blefaritis no siempre están claras, pero pueden incluir:
- Infecciones bacterianas: Infecciones bacterianas, especialmente por Staphylococcus.
- Disfunción de las glándulas de Meibomio: Problemas con las glándulas que producen la parte oleosa de la película lagrimal.
- Condiciones de la piel: Dermatitis seborreica, rosácea y otras condiciones dermatológicas.
- Alergias: Reacciones alérgicas a productos cosméticos o ambientales.
Como vemos, muchas de estas causas son crónicas, así que la prioridad en la blefaritis será el control de las alteraciones, puesto que no siempre podremos conseguir una curación definitiva. Sin embargo, con un tratamiento correcto, los síntomas ceden y el paciente recupera su calidad de vida. Se basará en la higiene palpebral y la hidratación con lágrimas artificiales a largo plazo, y en regímenes cortos de tratamientos antibióticos y/o antiinflamatorios.
La mácula es la zona central de la retina, la que se encarga de la visión central y la que posee la máxima precisión. Cuando se edematiza, hay un acúmulo de líquido y un engrosamiento de sus capas. La mácula es muy delicada, y depende de que la vascularización que la rodea esté en perfecto estado; por ello, es propensa a sufrir inflamaciones en múltiples patologías, tanto limitadas al ojo como sistémicas: retinopatía diabética, trombosis venosas, uveítis, degeneración macular, membrana epirretiniana e incluso el postoperatorio de una cirugía ocular sin complicaciones.
Cuando se afecta, el paciente puede notar disminución de la agudeza visual, deformación de las imágenes, alteración en la percepción de colores, dificultad para leer…
Hay diferentes tratamientos, según la causa y el paciente y atendiendo también a la gravedad del edema. En algunos casos es suficiente con colirios antiinflamatorios o con la inyección de un depósito de antiinflamatorio en la zona periocular; en otros casos es imprescindible valorar inyecciones intraoculares, fotocoagulación con láser o incluso una intervención quirúrgica.
Por las causas mencionadas, es primordial la prevención mediante la exploración de fondo de ojo y la realización de tomografía de coherencia óptica de la mácula.
La retinosis pigmentaria es una enfermedad genética, es decir, con la que nacen las personas y que puede transmitirse de generación en generación. Afecta a la retina y es progresiva, las células se van deteriorando lentamente. Los síntomas generalmente aparecen en la infancia o como adulto joven y van avanzando con la edad.
En el inicio, el síntoma más típico es la pérdida de visión nocturna o la dificultad para moverse en ambientes oscuros. Es frecuente también la pérdida del campo visual periférico, la alteración en la percepción de colores y la sensibilidad a la luz brillante. La enfermedad avanza de forma diferente según el paciente, pero todos suelen llegar a la pérdida de visión central.
Para llegar al diagnóstico de la enfermedad, se realiza una exploración oftalmológica que incluye un fondo de ojo con las pupilas dilatadas. Se pide una serie de pruebas adyuvantes, como un electrorretinograma multifocal, pero la confirmación viene de la mano de pruebas genéticas, en las que se buscan alteraciones en los genes que sabemos son responsables en una muestra de sangre del paciente.
La RP no tiene cura, pero las ayudas para baja visión pueden permitir que el paciente aproveche al máximo su visión.
La queratitis es la alteración superficial de la córnea. Hay dos grandes grupos cuando hablamos de usuarios de lente de contacto: no infecciosas e infecciosas.
En las primeras, hablamos de una falta de hidratación, quizás de un sobreuso de las lentillas o de una disminución de la tolerancia a ellas. Aparecerá inflamación y pequeñas heridas en la córnea que darán sensación de arenilla, molestias y posiblemente una bajada de la agudeza visual. Es una patología menos grave y generalmente el paciente se recupera con lágrimas artificiales y evitando el uso de lentes de contacto hasta que ceda el problema.
En el segundo caso, hay una colonización por microorganismos, dando síntomas más graves y siendo su tratamiento más complicado. Aumenta el riesgo de queratitis infecciosas la falta de higiene en la manipulación de las lentillas y la exposición a agua, y el paciente notará importante molestia con la luz, incluso dolor, y es típico el ojo intensamente rojo. Es conveniente coger una muestra de la lesión en la córnea y típicamente se cultivará también el líquido de las lentillas (no deben desecharse las lentes de contacto ni su estuche). Se iniciará el tratamiento con gotas de antibióticos de amplio espectro y, en algunos casos, antimicóticos, hasta que se obtengan los resultados del cultivo y se pueda ir de forma más dirigida según el microorganismo.
Las queratitis infecciosas dejan importantes secuelas, por eso se incide tanto en la correcta manipulación de las lentes de contacto y en mantener la máxima higiene, no usando las lentillas más allá de su tiempo recomendado y evitando la exposición a agua.
Es la afectación de la córnea por el virus herpes simple tipo 1 (diferente del que afecta a los genitales, que es herpes simple tipo 2).
El virus herpes 1 puede producir una amplia gama de afectaciones oftalmológicas, de más benignas a más graves. La primera infección ocular por el virus herpes suele dar una conjuntivitis con ojo rojo, lagrimeo, molestias… A partir de ahí, el virus queda acantonado, adormilado en nuestro sistema nervioso y puede reactivarse en determinadas circunstancias, como la exposición solar, el estrés o la bajada de defensas.
Al reactivarse, dará una alteración más o menos grave según cómo de profunda sea la afectación en la córnea:
- Queratitis epitelial: en la capa más superficial aparecen unas lesiones con forma de rama, llamadas “dendríticas”, que deben tratarse con pomada antiviral para evitar las cicatrices.
- Queratitis estromal inmune: se produce una reacción inflamatoria por partículas residuales del virus, que no suele estar ya activo.
- Queratitis estromal necrotizante: hay una infiltración del virus de esta capa de la córnea y la reacción es mucho más intensa.
- Endotelitis: se afecta la capa más interna y, como consecuencia, hay una reacción inflamatoria en la cámara anterior del ojo.
Hay que destacar que el herpes puede dar anestesia corneal, por lo que en ocasiones los síntomas principales son ojo rojo y disminución de agudeza visual, sin dolor.
Otro virus herpes que puede dar afecciones parecidas es el virus herpes zóster, con el que solemos entrar en contacto en la infancia, hecho que se muestra en forma de la varicela, y que puede reactivarse más adelante. La particularidad es que generalmente se acompaña de vesículas herpéticas en la piel que siguen una distribución concreta.
La uveítis es la inflamación de la úvea. La úvea es la capa media del ojo que incluye el iris (parte coloreada del ojo), el cuerpo ciliar (por detrás del iris, cambia la forma del cristalino cuando enfoca) y la coroides (capa llena de vasos sanguíneos entre la retina y la esclera).
La uveítis puede ser causada por diversas razones, como infecciones o enfermedades autoinmunes, aunque la causa más frecuente es la idiopática, es decir, de origen desconocido.
Existen varios tipos de uveítis que se clasifican según la parte específica de la úvea que se ve afectada y las características de la inflamación:
- Uveítis anterior: afecta principalmente el iris y el cuerpo ciliar. Es uno de los tipos más comunes de uveítis y se caracteriza por enrojecimiento del ojo, dolor, sensibilidad a la luz y visión borrosa.
- Uveítis intermedia: se caracteriza por la inflamación en el cuerpo ciliar, específicamente en el gel vítreo (sustancia gelatinosa que llena la cavidad ocular). Los síntomas pueden incluir visión borrosa, miodesopsias (percepción de moscas volantes) y pérdida de visión variable.
- Uveítis posterior: afecta principalmente la coroides. Puede causar visión borrosa, disminución de la visión y manchas oscuras en la visión central.
- Panuveítis: inflamación de todas las partes de la úvea (anterior, intermedia y posterior). Puede presentar una amplia gama de síntomas, que incluyen enrojecimiento del ojo, dolor, visión borrosa y pérdida de visión.
La uveítis puede afectar uno o ambos ojos y puede ser de naturaleza aguda (comienzo repentino y duración limitada) o crónica (duración persistente con recaídas).
Los síntomas pueden variar según la parte de la úvea que se afecte, pero comúnmente incluyen enrojecimiento del ojo, dolor, sensibilidad a la luz, visión borrosa y alteraciones en la visión.
En cuanto al tratamiento de la uveítis, depende de la causa subyacente y de la gravedad de la inflamación que pueden incluir el uso de medicamentos tópicos (gotas), inyecciones alrededor o en el interior del ojo, medicamentos sistémicos (orales o inyectables) o terapia inmunosupresora o cirugía en los casos graves.
La base del tratamiento suele ser los corticoides en la fase aguda. Según el origen, el tratamiento puede variar desde un antibiótico en las causas infecciosas hasta un inmunomodulador en las de causa inmunológica, crónicas o con complicaciones por el uso de corticoides.
Es fundamental que un oftalmólogo o especialista en enfermedades inflamatorias oculares evalúe y trate adecuadamente la uveítis para prevenir complicaciones y preservar la salud visual.
La escleritis es una inflamación que afecta la esclera (capa blanca y resistente que cubre la parte externa del ojo). La escleritis es una enfermedad ocular relativamente rara y comprende un espectro que va desde una enfermedad trivial y autolimitada (desaparece por sí sola en un período de tiempo sin causar complicaciones significativas) hasta un proceso necrosante que puede afectar a los tejidos adyacentes y amenazar a la visión.
No se debe confundir con la epiescleritis, una inflamación que afecta a la capa más superficial de la esclera (epiesclera) y que generalmente se considera una afección más benigna ya que suele tener una duración más corta, suele ser autolimitada y típicamente idiopática (de origen desconocido).
Los síntomas comunes de la escleritis incluyen dolor ocular intenso y constante, enrojecimiento ocular, sensibilidad a la luz (fotofobia) y afección de la visión.
En muchos casos, la escleritis se asocia con enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide. Otras posibles causas menos comunes son las infecciones, como el herpes zóster o la tuberculosis, lesiones oculares previas, como un traumatismo o cirugía ocular, o de origen desconocido.
Existen diferentes tipos de escleritis:
- Escleritis anterior: es el tipo más común de escleritis. Afecta la porción frontal de la esclera, la que es visible.
- Escleritis posterior: Este tipo de escleritis afecta la porción posterior de la esclera, el sector que no es visible, por lo que este tipo de escleritis no cursará con enrojecimiento evidente.
- Escleritis necrosante: Es una forma grave de escleritis que puede ocasionar la necrosis (muerte del tejido) de la esclera. Suele causar dolor severo, inflamación marcada y daño ocular significativo.
El tratamiento de la escleritis se basa en la gravedad de la enfermedad y la causa subyacente. Puede incluir el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, corticosteroides (típicamente por vía oral o intravenosa), inmunosupresores, terapia biológica o cirugía en casos graves.
Es importante buscar atención médica de un oftalmólogo para un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado, ya que la escleritis puede tener complicaciones graves y afectar la salud ocular.
La neuropatía óptica es el trastorno en el cual el nervio óptico, que es el nervio responsable de transmitir las señales visuales desde el ojo hasta el cerebro, se encuentra dañado. Este daño puede ocurrir en cualquier parte del nervio óptico, desde el ojo hasta el punto donde el nervio se conecta con el cerebro.
Los síntomas de la neuropatía óptica pueden variar dependiendo de la causa y la gravedad del daño al nervio óptico. Algunos síntomas comunes incluyen visión borrosa, pérdida de visión parcial o completa en uno o ambos ojos indolora, cambios en la percepción del color y pérdida del campo visual.
Existen varios tipos de neuropatía óptica según la causa del daño:
- Neuropatía óptica isquémica: se produce debido a una disminución del flujo sanguíneo hacia el nervio óptico.
- No arterítica (NOIA-NA): es la forma más común de neuropatía óptica y está relacionada con una disminución del flujo sanguíneo hacia el nervio óptico. Suele afectar a personas mayores y puede ser causada por factores como la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo o la enfermedad de las arterias coronarias.
- Arterítica (NOIA-AA): esta forma de neuropatía óptica es causada por una inflamación de los vasos sanguíneos que suministran sangre al nervio óptico. Está asociada con la arteritis de células gigantes, una enfermedad inflamatoria de los vasos sanguíneos.
- Neuropatía óptica hereditaria: es debida a mutaciones genéticas, es poco frecuente y engloba diversas entidades.
- Neuropatía óptica traumática: ocurre como resultado de una lesión o trauma directo en el nervio óptico, como una fractura de cráneo, un golpe en el ojo o una lesión por radiación.
- Neuropatía óptica tóxica/nutricional: se produce debido a la exposición a sustancias tóxicas que dañan el nervio óptico, por ejemplo, ciertos medicamentos, como los medicamentos para la quimioterapia, o el consumo excesivo de alcohol o tabaco. También afecta a pacientes que tienen dietas descuidadas y derivan principalmente de la deficiencia de vitaminas del complejo B.
En cuanto al tratamiento de la neuropatía óptica depende de la causa subyacente y puede incluir medidas para controlar la presión arterial, reducir la inflamación, mejorar el flujo sanguíneo o tratar las enfermedades subyacentes. En algunos casos, la visión puede mejorar con el tiempo, pero en otros, la pérdida de visión puede ser permanente.
Una valoración oftalmológica es necesaria de manera temprana para valorar de qué tipo de neuropatía óptica puede tratarse para actuar en consecuencia.
La neuritis óptica es una inflamación del nervio óptico, que es el nervio responsable de transmitir las señales visuales desde el ojo hasta el cerebro.
Los síntomas de la neuritis óptica pueden variar pero generalmente incluyen una pérdida rápida de la visión en uno o ambos ojos, cambios en la percepción del color y pérdida del campo visual. Además, algunos pacientes pueden experimentar dolor al mover el ojo afectado, especialmente al moverlo hacia los lados.
Existen varios tipos de neuritis óptica según la causa de la inflamación:
- Desmielinizante: la causa más común. Proceso en el que las fibras nerviosas del nervio óptico pierden su capa aislante y, por tanto, se deteriora la conducción nerviosa. Aunque incluye varias enfermedades, la más común es la esclerosis múltiple.
- Infecciosa: puede asociarse a sinusitis o a otros cuadros infecciosos como la enfermedad por arañazo de gato, sífilis, Lyme o herpes zóster.
- No infecciosa: debida a sarcoidosis o enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico.
También se puede clasificar la neuritis óptica por la ubicación de la inflamación en el nervio óptico. En la neuritis óptica retrobulbar, la inflamación se encuentra detrás del globo ocular, antes de su entrada en el ojo. En cambio, la neuritis óptica anterior o papilitis, la inflamación afecta a la cabeza del nervio óptico, la parte que se encuentra en el interior del ojo (llamada papila óptica).
Para tratamiento de la neuritis óptica, generalmente, se tiene en cuenta la causa subyacente. Si se sospecha que la neuritis óptica está relacionada con la esclerosis múltiple u otro trastorno autoinmune, se pueden recetar medicamentos para controlar la inflamación y modular la respuesta inmunológica.
Una valoración oftalmológica es necesaria de manera temprana para valorar de qué tipo de neuritis óptica puede tratarse para actuar en consecuencia.
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa que afecta principalmente a personas mayores y provoca una disminución de la visión central. La DMAE afecta la mácula, una pequeña área en el centro de la retina responsable de la visión central necesaria para actividades como leer, reconocer caras y ver detalles finos.
Es una de las principales causas de pérdida de visión en adultos mayores.
La causa exacta de la DMAE no se conoce por completo, pero se cree que factores genéticos y ambientales, como la edad, el tabaquismo y la exposición a la luz ultravioleta, pueden desempeñar un papel en su desarrollo.
Los síntomas pueden incluir visión borrosa, distorsión, dificultad para leer o ver objetos detallados y una mancha oscura o ciega en el centro de la visión.
Hay dos formas principales de DMAE:
- DMAE seca, no exudativa o atrófica: Es la forma más común de DMAE (85-90% de los casos). Se caracteriza por el adelgazamiento progresivo de la mácula debido a la acumulación de depósitos llamados drusas en la retina. La visión central se ve afectada gradualmente y presenta una evolución lenta (años).
- DMAE húmeda o exudativa: Es la forma más grave y menos común de DMAE (10-15% de los casos). Se caracteriza por el crecimiento anormal de vasos sanguíneos nuevos y frágiles debajo de la retina que pueden filtrar líquido o sangre, lo que provoca cicatrices y daño en la mácula. La visión central se ve afectada de manera severa y rápida (días o semanas).
En el caso de la DMAE seca o no exudativa no se dispone de tratamiento curativo. Algunos estudios han demostrado que ciertos suplementos vitamínicos y una dieta saludable, así como evitar el tabaco y limitar la exposición a la luz solar, pueden ayudar a reducir el riesgo de progresión.
En el caso de la DMAE húmeda o exudativa, el tratamiento no siempre restaura la visión perdida pero puede ayudar a preservar la visión existente y enlentecer o incluso detener la progresión de la enfermedad. Se trata con inyecciones intravítreas (inyecciones dentro del ojo, en el gel vítreo) de fármacos angiogénicos (ranibizumab, aflibercept, brolucizumab o faricimab) para parar el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos. Dichas inyecciones deben de ser administradas, para mayor seguridad, bajo estrictas condiciones de esterilidad. El riesgo de complicaciones asociadas a dicha técnica, es inusual.
Al ser una enfermedad asociada al envejecimiento no tiene prevención, aunque un diagnóstico y tratamiento precoz, implicará un mejor pronóstico visual.
Ante cualquier síntoma de alarma se aconseja acudir al oftalmólogo para poder ser valorado y tratado en el menor tiempo posible, para tratar de limitar las secuelas visuales irreversibles que ocasiona la DMAE. Dichos síntomas incluyen:
- Visión borrosa central
- Ondulación de las líneas rectas
- Objetos deformados/torcidos
- Presencia de una mancha central
Tratamientos
Un chalazión es una protuberancia o bulto que se forma en el párpado debido a la inflamación de una glándula sebácea llamada glándula de Meibomio. Estas glándulas se encuentran en los párpados y producen aceites que ayudan a lubricar y mantener húmeda la superficie del ojo. Cuando una glándula de Meibomio se obstruye, el aceite no puede salir correctamente y se acumula dentro de la glándula, formando una protuberancia en el párpado. Esta protuberancia es indolora en la mayoría de los casos, pero puede causar molestias si aumenta de tamaño o se inflama.
Suele aparecer como un pequeño nódulo en el párpado, cerca del borde del mismo. Pueden variar en tamaño, desde ser apenas perceptibles hasta alcanzar el tamaño de un guisante. Aunque en la mayoría de los casos no causan problemas graves, pueden afectar la apariencia del ojo y, en casos raros, pueden afectar la visión si presionan sobre la córnea.
El tratamiento de un chalazión puede incluir la aplicación de compresas calientes en el área afectada para ayudar a reducir la inflamación y promover el drenaje de la glándula obstruida. En algunos casos, es posible que se requiera la extracción quirúrgica del chalazión si no desaparece por sí solo o si causa molestias significativas. Si tienes un chalazión, es recomendable que consultes a un oftalmólogo para recibir el diagnóstico adecuado y el tratamiento adecuado.
Es importante destacar que el tratamiento quirúrgico del chalazión generalmente se reserva para los casos en los que el chalazión no responde a otros tratamientos conservadores.
Si tienes un chalazión y estás considerando el tratamiento quirúrgico, no dudes pedir cita para que evaluemos tu situación específica y te indiquemos el mejor tratamiento y atención médica adecuada a tu caso.
Las degeneraciones retinianas periféricas son afecciones o cambios anormales que ocurren en la retina en la zona periférica, es decir, en la parte exterior de la retina que se encuentra lejos del centro de la visión.
Existen diferentes tipos de degeneraciones retinianas periféricas. De ellas, es especialmente importante la degeneración en empalizada o “lattice”, que se caracteriza por la presencia de adelgazamiento y debilidad de la retina que puede aumentar el riesgo de desprendimiento de retina, especialmente si se desarrollan grietas o agujeros en la misma.
Estas degeneraciones retinianas periféricas generalmente se detectan durante un examen ocular de rutina y suelen ser asintomáticas. Sin embargo, en algunos casos, pueden aumentar el riesgo de complicaciones, como el desprendimiento de retina, que puede causar una pérdida de visión grave si no se trata de manera oportuna.
Los desgarros retinianos son roturas de un fragmento de la retina por diversas causas.
Los síntomas de un desgarro retiniano pueden incluir la aparición repentina de destellos de luz, manchas flotantes en el campo de visión (llamadas moscas volantes). En ocasiones los síntomas pueden evolucionar a la visión de una cortina o sombra oscura que parece cubrir una parte del campo visual. Estos síntomas pueden indicar un desprendimiento de retina y requieren atención médica urgente.
El tratamiento para un desgarro retiniano no complicado requiere la realización de un procedimiento para sellar la rotura y volver a colocar la retina en su posición adecuada. Las opciones de tratamiento pueden incluir laserterapia o crioterapia (congelación) para sellar el desgarro. En caso de producirse sangrado en el vítreo o desprendimiento de retina será necesario un procedimiento quirúrgico mediante vitrectomía para extraer el gel vítreo y corregir el desprendimiento de retina.
Es importante buscar atención médica inmediata si experimentas síntomas de un desgarro retiniano para evitar la progresión del desprendimiento de retina y preservar la visión.
Los defectos de refracción ocular son condiciones en las que el ojo no logra enfocar la luz de manera adecuada, lo que resulta en una visión borrosa o distorsionada. Los principales defectos de refracción ocular incluyen:
Miopía: La miopía hace que los objetos cercanos se vean claramente, pero los objetos distantes se perciban borrosos. Esto ocurre cuando el ojo es demasiado largo o la córnea es demasiado curva, lo que provoca que la luz se enfoque delante de la retina en lugar de directamente en ella.
Hipermetropía: Los pacientes con hipermetropía se caracterizan porque ven borrosos los objetos cercanos, mientras que los objetos distantes pueden ser vistos con mayor claridad. La hipermetropía ocurre cuando el ojo es más corto de lo normal o la córnea es menos curva, lo que hace que la luz se enfoque detrás de la retina en lugar de sobre ella.
Astigmatismo: El astigmatismo se caracteriza por una curvatura irregular de la córnea o el cristalino, lo que resulta en una visión distorsionada tanto de cerca como de lejos. Los objetos pueden aparecer borrosos, alargados o deformados. El astigmatismo puede ocurrir junto con la miopía o la hipermetropía.
Presbicia: También conocida como «vista cansada», la presbicia es un defecto de refracción que se produce con el envejecimiento. A medida que el cristalino del ojo pierde su elasticidad, se dificulta el enfoque en objetos cercanos. La presbicia suele manifestarse después de los 40 años y puede requerir el uso de gafas de lectura.
Cada uno de los defectos de refracción puede corregirse mediante el uso de gafas, lentes de contacto o cirugía refractiva, según la preferencia del paciente y la recomendación del profesional de la salud visual. Es importante realizarse exámenes regulares de la vista para detectar y corregir cualquier defecto de refracción y mantener una salud visual óptima.
Un pterigion es un crecimiento anormal de tejido en la conjuntiva, que es la membrana transparente que recubre la superficie ocular y la parte interna de los párpados.
Se presenta como una masa carnosa que se extiende desde la esclera (capa blanca del ojo) hacia la córnea, que es la parte transparente más externa del ojo.
Las causas exactas no se conocen con certeza, pero se cree que están relacionadas con la exposición crónica a la luz solar ultravioleta, el polvo, el viento y otros irritantes ambientales. Estos factores pueden provocar una respuesta inflamatoria en la conjuntiva, lo que conduce a un crecimiento excesivo de tejido.
Los síntomas comunes incluyen enrojecimiento del ojo, sensación de cuerpo extraño o ardor, irritación, picazón y visión borrosa si el crecimiento afecta la córnea. En algunos casos, el pterigion puede no causar síntomas significativos y no requerir tratamiento.
Sin embargo, si causa molestias o afecta la visión, se puede recomendar el tratamiento. Esto puede incluir el uso de lágrimas artificiales para aliviar los síntomas, medicamentos antiinflamatorios para reducir la inflamación y el crecimiento del tejido, y en casos más graves, la cirugía puede ser necesaria para extirpar este tejido.
El tratamiento quirúrgico más adecuado para el pterigion es la cirugía de autoinjerto o transplante de conjuntiva. Este procedimiento implica la eliminación del pterigion y el uso de tejido sano del propio paciente (autoinjerto) para cubrir el área afectada.
Una de las complicaciones más comunes tras la intervención, es la recidiva de la lesión, por ello es de vital importancia la realización de la técnica de autoinjerto en algunos pacientes.
Cabe mencionar que cada caso de es único, y el enfoque quirúrgico puede variar según la gravedad del crecimiento y las preferencias del cirujano. Es esencial que el paciente se comunique con un oftalmólogo especializado para obtener una evaluación y recomendaciones personalizadas.
La capsulotomía YAG es un procedimiento utilizado para tratar una complicación común después de la cirugía de cataratas llamada opacificación capsular posterior (OCP). La OCP ocurre cuando la cápsula del cristalino, que se dejó en su lugar para sostener la lente intraocular implantada durante la cirugía de cataratas, se vuelve opaca con el tiempo, afectando la visión.
El tratamiento consiste en recuperar la transparencia realizando un pequeño orificio en la cápsula posterior del saco mediante láser nd:Yag. Es un procedimiento indoloro, no invasivo y que requiere apenas unos minutos. Se realiza en la misma consulta, de la siguiente manera:
- Se instila un colirio midriático.
- El paciente se sienta en una silla frente a una lámpara de hendidura, un dispositivo similar al utilizado durante los exámenes oculares rutinarios.
- El médico usa el láser YAG para crear una pequeña abertura en la cápsula posterior del cristalino
No requiere preparación por parte del paciente, aunque es frecuente que tras el tratamiento el paciente puede necesitar usar gotas oculares antiinflamatorias durante unos días.
Es una técnica bastante segura, aún así existen algunos efectos secundarios no deseados, aunque improbables, como un aumento de la presión intraocular o fenónemos inflamatorios intraoculares.
En resumen, la capsulotomía YAG es un procedimiento seguro y eficaz para tratar la opacificación capsular posterior, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes que han experimentado esta complicación después de la cirugía de cataratas. Ante la presencia de una pérdida de nitidez tras la intervención de catarata no dude en consultar a su oftalmólogo.
Es un tratamiento clásico en la oftalmología que consiste en la aplicación de una haz de luz concentrado en un único punto de alta energía, con el objetivo de crear un calentamiento que derive en la formación de una cicatriz. Hay dos grandes usos del láser en general:
- Las patologías donde hay isquemia en la retina y hay que disminuir las necesidades de oxígeno: la retinopatía diabética, las trombosis venosas, las oclusiones arteriales… En todas ellas el láser permite controlar la retina y prevenir consecuencias graves como el sangrado o el glaucoma neovascular.
- Los desgarros retinianos, en los que la cicatriz que desencadena el láser sella la retina e impide que se desprenda.
Tras la aplicación de colirios midriáticos, se añaden gotas de anestesia y, con una pequeña lente que contacta con la córnea, se realiza el láser en la consulta, de forma no invasiva, en sesiones que duran unos minutos.
El seguimiento de pacientes con patologías sistémicas (diabetes, hipertensión arterial) y de pacientes propensos a la formación de desgarros en la retina (miopes) permite vigilar sus necesidades y, si se requiere, aplicar el tratamiento con láser en el momento adecuado para prevenir el empeoramiento de sus alteraciones.
La inyección intravítrea es un procedimiento médico en el cual se administra un medicamento directamente en el humor vítreo (gel transparente y gelatinoso que se encuentra en el centro del ojo, detrás del cristalino y delante de la retina).
Los fármacos que se administran por otra vía, como la oral o intravenosa, no alcanzan concentraciones suficientes en algunas estructuras del interior del ojo, como la retina o el vítreo, por lo que para ciertas enfermedades es necesario administrarlo localmente.
Se utiliza principalmente para administrar medicamentos para el tratamiento de afecciones de la retina o del vítreo.
En la actualidad, las inyecciones que más se realizan son los de angiogénicos (ranibizumab, aflibercept, brolucizumab o faricimab) en el tratamiento de enfermedades como la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) húmeda, la retinopatía diabética, la oclusión de la vena central de la retina y las membranas neovasculares miópicas.
Otros fármacos inyectados son los corticoides intravítreos (dexametasona o fluocinolona) en los edemas maculares de origen vascular o inflamatorio como los uveíticos o tras cirugía intraocular, o los antibióticos en los casos de endoftalmitis (infección del contenido intraocular).
El procedimiento se realiza en un entorno estéril, habitualmente una sala limpia, y el procedimiento suele durar unos pocos minutos. No requiere preoperatorio, se realiza bajo anestesia tópica (gotas anestésicas) y es bien tolerado por los pacientes.
Se lleva a cabo de la siguiente manera:
- Se aplican gotas de antiséptico y de anestésico en el ojo para adormecerlo y minimizar cualquier molestia, antes de iniciar el procedimiento.
- El paciente se recuesta en una camilla o sillón y se limpia el área alrededor del ojo con un antiséptico para prevenir infecciones.
- Se administra cuidadosamente el medicamento en el humor vítreo mediante una aguja muy fina en la esclerótica (capa blanca y resistente que cubre la parte externa del ojo).
Después de la inyección, se recomienda no taparlo, evitar frotarse el ojo y evitar bañarse en el mar o piscina. La técnica es prácticamente indolora, aunque es normal sentir en los días posteriores a la inyección sensación de arenilla, escozor y ojo levemente rojo. El médico proporcionará instrucciones específicas sobre el cuidado postoperatorio y la programación de las visitas de seguimiento.
¿Cuáles son los posibles riesgos?
La inyección intravítrea conlleva riesgos potenciales como infecciones, hemorragias intraoculares o desprendimiento de retina, aunque estos riesgos son relativamente bajos.
La complicación más temible, aunque muy infrecuente, es la endoftalmitis (infección del contenido intraocular), para prevenirla hay que extremar las medidas higiénicas siguiendo las instrucciones específicas aportadas por su oftalmólogo.
En ocasiones, puede aparecer una pequeña mancha rojiza en el lugar de inyección o dispersa por toda la esclerótica (capa blanca del ojo) que se reabsorbe espontáneamente en los siguientes días. La visualización de burbujas negras tras la inyección puede deberse a la presencia de restos de aire, que desaparecerán en las siguientes 24-48 horas sin repercusión en la efectividad del tratamiento.